Alrededor de 15 mil casos de negligencia médicas se registran cada año

En España se registran anualmente alrededor de 15 mil casos de negligencias médicas, donde los errores en el diagnóstico son el tipo más común.

Un diagnóstico erróneo puede ocasionar múltiples consecuencias negativas para la salud del paciente, e incluso puede provocar su muerte. Algunos de los casos más frecuentes de error de diagnóstico se dan en el ámbito de traumatología, por ejemplo, al confundir contusiones con roturas óseas.

Otro tipo de negligencia se produce cuando, a consecuencia de una mala práctica del personal sanitario durante una operación, se generen daños o lesiones. Ejemplos claros pueden ser el daño de nervios durante la operación, cortes e incisiones incorrectas u olvido de gasas y otros materiales quirúrgicos dentro del cuerpo.

También es posible que se produzcan fallos en el seguimiento médico. Este proceso de atención sanitario continúa a otra intervención diagnóstica o terapéutica con el objetivo de finalizar el episodio de atención iniciado para conseguir su completa recuperación, o de mantener un estado de salud satisfactorio en enfermedades crónicas. La negligencia médica aparece cuando el facultativo considera que no es necesario realizar un seguimiento de la enfermedad, o no establece uno adecuado para el paciente. De tal modo que este sufre daños derivados de ese seguimiento erróneo.

Las infecciones hospitalarias también forman parte de las negligencias médicas, ya que las mismas se contraen dentro del mismo centro hospitalaria, tras utilizar objetos que no están esterilizados correctamente. Aunque es importante destacar que no todas las enfermedades que se contraigan en el centro sanitario son reclamables.

El hecho es que, siempre que un paciente comienza un tratamiento médico, o bien sea una intervención quirúrgica, el profesional sanitario debe informarle de los riesgos que conlleva. El facultativo tiene la obligación de indicar verbalmente de los riesgos y de presentar un documento en el que se especifican los posibles problemas que pueden surgir, ya sea durante el tratamiento o después. Es lo que se conoce como consentimiento informado: el documento por el que se acredita que el paciente ha recibido la información necesaria sobre su tratamiento o intervención y está de acuerdo con ella.

Si el paciente desconoce los riesgos puede hacer reclamos por daño desproporcionado.

Esther R.

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